Kafka y Tarradellas

KAFKA dijo que la felicidad que más te atrae es la que antes te engaña. Lo digo bajito a cuantos han formado la batahola catalana: no por patriotismo sino por personales ambiciones. Aunque no me proponga enmendarlas: ellos las tienen bien enmendadas, ya dentro de su corazón ya en Suiza. El proceso soberanista de unos cuantos está fuera de la ley de todos. No es que el voto sea íntegro conforme, en ese campo, con la ley; pero es de momento la ley... Políticos apayasados y chisgarabises tenemos ya en Italia. Cataluña siempre se ha caracterizado por realidades y experiencias distintas («Ja soc aqui», le oí decir a Tarradellas, en un balcón y en persona: ¡qué catalán! La primera comida que tuve con él, al final le ofrecieron tres postres para elegir: helados, frutas y dulces. Los miró y dijo sólo «sí»: venía de un destierro y no estaba por escatimar. Ni un catalán tan interesado por toda la península: «Represión en Vasconia» me repetía.) Dos o tres catalanes rabiosos deberían meditar una semanita. Ni la Magdalena para tafetanes, ni la península para particiones. Mi sueño es nuestro abrazo vivo con Portugal.